Donde la vida humana requiere academia y comunicación.
Pues bien, el tema central de este escrito no es cuestionar si estos dos agentes cumplen su función ni hacerme cualquier otra observación que desvíe la atención de usted, señor lector; por ahora solo escribiré sobre ese tema que afectó mi tranquila academia y, que además ha direccionado mi trabajo de grado hacia un horizonte añadido; ese tema es la inter-relación entre educación y comunicación.
Quiero empezar el desarrollo de este tema con una aseveración señalada por el profesor en una de sus clases, donde mencionaba la importancia de educar para nuevos roles y desde nuevos roles. Es así como me fundamento para iniciar a responder, desde varios puntos temáticos, dos preguntas acerca de este tópico. La primera pregunta es: ¿Existe la educomunicación en nuestra academia actual? La siguiente pregunta tiene que ver con los lineamientos propuestos por la educomunicación: ¿Cuáles son las premisas de la educomunicación?
Son cuatro los autores directos que serán citados para confrontar sus visiones y percepciones acerca del tema que suscita debate. Afrontaré primero la visión de Cristina Cárdenas, quien critica a la vieja escuela, la cual nos ha dejado un legado de pasividad al momento de interactuar con el conocimiento. El nuevo esquema propuesto por la educomunicación permite un mayor acercamiento y aprovechamiento del sujeto (como receptor) hacia el contenido (mensaje) y hacia los demás sujetos que comparten la misma dinámica académica.
Además de que el sujeto estaba inerme, el contenido hacía lo mismo y permitía su divulgación sin objeción alguna; donde simplemente “una flecha recta que va del sujeto al objeto producía el conocimiento”, así era sentenciado en el texto de Cárdenas Hacia Una Semiótica de la Educación. No se aprovechaba el hecho de que cada sujeto percibe la realidad de acuerdo a su entorno y modo de vivir. La capacidad semiótica del estudiante no es explotada; cómo decodifica la representación de su realidad de acuerdo a sus propias características intrínsecas y con el entorno que lo envuelve, son aspectos irrelevantes en la práctica educacional que se practicaba.
Al sujeto se le condicionaba a creer sin hablar (aún sabiendo todo lo que de adentro quería salir); toda esa crítica del estudiante se estaba perdiendo en un mar de sometimiento, donde los profesores y maestros, en su “exceso de generosidad”, solo impartían sus clases basándose en la tesis de sus libros, sin preguntarse alguna vez si estos alumnos sentados en frente tendrían otra fracción argumental.
Quizás a sabiendas de la importancia de la elementalidad del dinamismo óptico del sujeto, que permite una mayor y mejor capacidad de interpretación, para luego concebir la representación, hubiese habido un cambio notorio; pero no, el estudiante era cada vez más, y quizás aún en muchos casos, espero me disculpen esta sentencia, él era un canario que se limitaba a ser alimentado, y su voluntad de volar y cantar fueron esfumados a causa de la rectitud con que se le alimentaba.
Quiero dejar de citar esta crítica a la vieja escuela y al estudiantado inerme, para pasar a mencionar un aparte del escrito de Cárdenas, que considero de relevancia al momento de entender la decodificación de significados para pasar al momento de la interpretación. La docente e investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional de Guadalajara plantea tres momentos cruciales que se presentan durante el efectivo proceso de la semiosis interpretativa; el primero tiene que ver con el valor de la diferencia, donde el estado de oposición hace notoria la implicación y condicionamiento de la existencia del uno que afecta directamente al otro; aquí se presenta cierta alteridad.
El segundo paso es la comparación para empezar a deconstruir un significado que pareciera soso, pero que a medida que se desarrolle esta etapa llegarían por sí solas las deducciones e identificación de características.
Las inferencias en este proceso decodificador son la última etapa hacia el camino de la interpretación, donde el sujeto interactúa con el objeto para acceder al conocimiento. Aquí, mediante este proceso, se lleva a cabo la superación de la comprensión y de los signos, buscando enriquecer las representaciones semióticas para lograr un enriquecimiento cultural, por ende una base del conocimiento y acceso a la educación.
Según este texto no ha habido una comunicación verdadera, donde todas las partes hagan su juego; hagan de la enseñanza la vía a la sabiduría, pero sobre todo a la objetivación de toda interacción académica que deje resultados en todos los ejes que participaron del ejercicio. Como dice Fernando Aranguren Díaz, profesor de……: “No se ha desplegado una comunidad universal de comunicación”. Considero que Cárdenas tiene razón en su visón, es así como creo que el alumno, alumnos y maestro se deben unir en pro de la activación de códigos permitentes de retroalimentación, ampliación de horizontes y formación de representaciones semióticas, resultantes del efectivo proceso de educación tripartito.
Es así como la interacción (en la educación y en muchos otros campos de la experiencia vivencial) crea una historia hacia el conocimiento y forja el camino a seguir para acceder a él. Por eso creo, y estoy de acuerdo con Aranguren, en que la educación es una especie de nexo que acudiendo a la academia prepara al estudiantado para que este sea capaz de hacerse a los elementos esenciales y necesarios que le permitirán vivir de acuerdo a las posibilidades que este tiene.