El deber del emisor y el receptor frente al discurso

06.11.2011 17:50

 

 Ahora bien, Patrick Charaudeau genera el ambiente propicio para que empiece a hablar sobre el lenguaje y los sujetos que intervienen en él. El primer tópico planteado por el francés es la importancia del uso del discurso como guía de pensamientos y futuras acciones. Para mí este es un aspecto de suma importancia considerando que hay muchas maneras de enunciar un algo ya conocido, precisamente porque son muchos los conocimientos involucrados en él. Sin embargo hay que tener cuidado con ellos, ya que estos, al construir representaciones, tienen la posibilidad de activar o bloquear puntuales conocimientos.

Es así como el discurso se convierte para mí en un arma de doble filo, tomando como referencia sus bases de producción. Charaudeau señala que los discursos se relacionan con la puesta en escena del acto del lenguaje, donde este última está íntimamente ligada a dos circuitos: uno interno y otro externo.

El circuito externo tiene que ver con el Hacer psico-social donde, con base en las posiciones de los individuos, estos se reconocen mutuamente y fijan el entorno situacional. El circuito interno hace referencia al acto del habla entre los sujetos; el Decir. Este último involucra el sentido discursivo en el que están expuestos los sujetos durante el acto del lenguaje, logrando compartir diferentes significaciones.



En el caso del discurso, alzo mi voz crítica para que el lector sea consciente del poder de este recurso que, tomando como punto de partida la manera inconsciente en que se accede muchas veces al mismo, los imaginarios sociales o discursos sociales serían un río de posibilidades para esta ceguera. Por eso quiero expresar un pensamiento que espero pueda contribuir a aclarar este panorama anterior; los discursos son fuente de poder siempre y cuando encuentren y logren fijar determinados conocimientos y significaciones en el modus vivendi de las personas, además, en la manera como sienten estas mismas. Es así como el discurso logra convertirse en una fuente de significantes en la cultura.

Para finalizar el aparte de la visión de Charaudeau, toco el tema de los sujetos del lenguaje con mi vista dirigida hacia el efecto discurso, es decir, busco una contextualización con lo que dije anteriormente.

Quiero ser breve pero efectivo al mencionar el papel del emisor con base en el discurso como trazante de pensamientos. Este sujeto adquiere importancia en la medida en que este pueda hacer realidad la y demostrar la efectividad del discurso y las relevancias del conocimiento que surgen del él.

Por último, para resaltar la labor del receptor, no menos importante que la del emisor, hago referencia a un análisis del profesor e investigador Guillermo Orozco Gómez, quien habla acerca del deber de todo receptor para lograr deconstruir todas esas imposiciones, alianzas y metáforas de la sociedad que monopolizan nuestras representaciones sociales, además, el deber de ejercitar sus capacidades cognoscitivas para obtener nuevas visiones, voces y pensamientos.

Antes de finalizar este escrito basándome en los saberes y percepciones de Agustín García Matilla, y con la confrontación de los míos, quiero trabajar un tema planteado en el texto del filósofo Germán Parra Albarracín, este consiste en la conjunción de la educomunicación y la semiolingüística para afrontar los retos de la educación para estos tiempos.

 

Hace poco escuché que el texto de Parra era poco oficioso, al igual que también escuché lo mismo del de García Matilla. Sin embargo creo que esto de lo inoficioso o inaportante poco concierne en la labor del pensador y comunicador. Me baso para decir esto en la premisa de que para mí la educación no debe ser un proceso autónomo. Esta debe existir en el ámbito colectivo para que haya una mejor praxis en la academia, ya que es muy diferente decir que cada persona percibe las significaciones de la educación de manera distinta. Este, considero yo, es el único aspecto en la educación que se debe mirar individualmente. Es así como debemos darle valor a cada escrito, ya que existirá en algún universo quién se sienta identificado con el autor y su obra.

Parra define el término semiolingüística como aquella área que “busca explicar los aspectos de la interacción, la producción simbólica y aprehensión humanas, a partir de dos procesos que interactúan entre sí: La significación y la comunicación”. Entonces, resumiendo, la semiolingüística busca desglosar el contexto en el que se desenvuelve el sujeto, sus relaciones interpersonales y las nuevas realidades concebidas diariamente que le permiten aprehender su entorno.

La vida humana queda al descubierto gracias a la semiótica; la cotidianidad del sujeto y sus elementos son ocupados por ella.  La ciencia de la semiótica permitiría contextualizar al educomunicador con el núcleo de los sujetos, aprendería a “desnudarlo” en cuanto su representación sea posible. Serían un uno, ya que identificaría ese aspecto que es propio de alguien, reconocería los significados que giran en torno al ambiente natural y social del individuo.

Considero poco relevante seguir tocando el tema principal del escrito de Parra Albarracín. Ya hablar más de semiolingüística sería redundante, solo queda por decir, acerca de esto, que es deber del comunicador-educador absorber dos elementos claves para lograr proponer nuevos espacios de aprendizajes adecuados para la revolución de la educación; el entorno y la naturaleza del estudiante deben ser absorbidos.